Las figuras retóricas o literarias son algo así como el fascinante componente de una forma extraordinaria, casi mística, de expresar ideas. Generalmente, son usadas por los pensadores con la finalidad de conseguir un más amplio entendimiento de sus conceptos ideales. Sobre todo, suelen ser empleadas para planteamientos poco o nada convencionales. Acostumbran a convencer más que los argumentos en prosa ordinaria o común, siempre que se trate de personas experimentadas en su manejo. Sin haberse practicado lo suficiente, es posible que no se llegue a captar mucho, así que... ¡A entrenar!
A mi juicio, forman parte del ARTE de la dialéctica. Al igual que la poesía, su elaboración se presta a varias interpretaciones y activa la reflexión con más facilidad que una lectura "normal". Creo que no digo nada extravagante, pues el mismísimo Cristo, según se puede leer en la Biblia o las "Sagradas Escrituras", usaba casi constantemente parábolas y otras analogías. Divinas o no, son de una belleza embelesadora.
Independientemente de la estética, este tipo de expresión posibilita, supuestamente por su comparativa, el desarrollo de la imaginación del autor y... ¡también la del lector! Cualquier expresión artística nos llega más "al fondo de nuestro espíritu". Este ensayo aconseja el cultivo de las artes con todas nuestras fuerzas.
En cuanto al mensaje de la viñeta, es importante saber que nos conviene seleccionar nuestras lecturas para que, a través de su asimilación y aprovechamiento, sepamos después elaborar esa rica miel de las abejas. Para entendernos, el néctar es el "contenido" del libro, que es la flor. Al digerir dichas sustancias (aprendizaje) podemos llegar a elaborar nuestras ideas personales de la mejor manera, o sea: nada menos que con un desenlace que desemboque en algo parecido a la propia MIEL, un resultado de nuestros pensamientos que dé a luz a los mejores frutos intelectuales, o sea: la miel... ¡La rica miel!
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