Los caminos de la Verdad y la alegorización del “Ciclo Hidrológico”.
Termina el apartado anterior con el
reconocimiento de nuestra incapacidad para entender los fundamentos de nuestra
vida y sus misterios, así como ciertos conceptos incomprensibles debido a su
propia naturaleza o definición. Hablamos de caminos inescrutables para hallar
las misteriosas verdades de nuestro Mundo y, aquí, es donde debo reflejar mi
idea de ese escurridizo sendero que, posiblemente, carezca de meta concreta.
Esto no debe preocuparnos en exceso ya que, en principio, lo importante es
transitar de la forma más conveniente posible el camino, así que… ¡limitémonos
a eso!
Con anterioridad, ya se me había ocurrido
comparar nuestra verdad con un GRAN PUZLE en el que habíamos de encajar sus
piezas con paciencia y observando bien sus formas e imágenes. Así, según
fuéramos avanzando en su formación, cada vez nos resultaría más fácil acoplar
el resto o sus siguientes piezas. Es un ejemplo sencillo, fácil de comprender,
aunque quedaría por determinar las dimensiones de dicho puzle y ahí es donde se
quedaría sin completar su comprensión.
A un gran puzle, por enorme que pudiese
ser, no se le puede suponer una extensión infinita como correspondería,
supuestamente, a la gran verdad. Aun sin certeza alguna, considero que lo
adecuado sería tomar una referencia de acuerdo a nuestra forma de pensar y
empezar por ahí, a modo de creencia de “arranque”, dicho en terminología
informática. Por lo tanto, ensayemos otro caso algo más apropiado… ¿El Ciclo
del Agua, por ejemplo?
Si comparamos a cada una de nuestras
almas, incluidas las del resto de seres vivos de nuestro planeta, con cada gota
de agua de las que completan el Ciclo Hidrológico de La Tierra, podremos hablar
de un dilatado espacio, equiparable o cercano al ámbito que andamos buscando.
El conocimiento de la realidad del agua, al tener un carácter cíclico, ya puede
hacernos suponer su infinitud. Por otra parte, la circulación del agua nos
aporta más credibilidad a nuestro concepto de evolución en el que se requieren
“avances” constantes y progresivos.
Tenemos también los diferentes
“contenidos” de las gotas de agua que se encuentran en cada una de estas “aulas”
que nos separarían por “clases” según nuestra evolución, de menor a mayor:
manantiales y acuíferos en nuestro nacimiento, arroyos en nuestra infancia,
afluentes en nuestra juventud, ríos en nuestra madurez, lagos, mares y océanos
en la tranquilidad de nuestra vejez. Cada uno de estos “niveles” necesitaría multitud
de vidas para asimilar sus variaciones adecuadamente y tendría como finalidad
la captación de todas las circunstancias existenciales como el transporte de
sustancias, de minerales, de sedimentos, etc.
Añadiríamos nuevas enseñanzas como la
circulación subterránea, las fuentes hidrotermales, las capas freáticas o
acuíferos, humedales, etc. y nos daría las especializaciones necesarias para un
completo desarrollo. Por si esto fuera poco, tendríamos los procesos de
evaporación, condensación y formación de nubes, precipitación en forma de agua,
nieve o granizo, infiltraciones, así como la solidificación en hielo y su
posterior fusión.
Si sumamos a esto todos los demás
condicionantes atmosféricos, tendremos una buena razón para considerarlo un
vasto campo de trabajo con el esfuerzo que supone el dominio de todos los
escenarios y las situaciones mencionadas junto a muchas otras imprevistas. Quizás
sea esto lo más parecido al infinito que podamos conocer. Y quizás sea oportuno
pensar en que la alimentación de nuestras almas pueda encontrar en esta semejanza,
suficiencia para su asimilación conceptual.
Dicho todo lo anterior el camino de
nuestra alma sería como una gota que emana de un manantial y, siguiendo su
evolución, engrosa el cauce del más diminuto arroyo que podamos suponer. De
ahí, pasaría al arroyo, luego al afluente, después al río y, por último al
océano. ¿Cuántas vidas terrenales necesitaría para completar esta primera parte
del inicio del camino de la verdad?... ¿Y cuántos millones de vidas necesitaría
para recorrerlo entero?... Creo que no debemos entretenernos con tantas cuestiones
y atender en primer término, la creencia que tenemos el deber de adoptar…
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