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jueves, 6 de julio de 2023

Por qué FILOSOFÍA? ~ Filosofía y librepensamiento.


El LIBREPENSAMIENTO OBJETIVO
NO ES SINO FILOSOFÍA


¿Y qué es filosofía?   ~   ¿Para qué la necesitamos?

El término nos llega de los clásicos griegos y con él se referían al “amor por la sabiduría” o sea que, para ellos, un filósofo era un "enamorado de la sabiduría". Entonces, la filosofía era considerada una ciencia que trataba sobre las principales materias del saber humano. A la cognición le sumaban la reflexión y, cultivando la argumentación racional, se distinguían así del misticismo, esoterismo, mitología y religión. Otro factor que les diferenciaba del resto de intelectuales era el que no se conformaban con la erudición fruto de un aprendizaje basado en la retención de datos en sus memorias privilegiadas, sino que se cuestionaban los mismos principios de las nociones sobre lo físico o la materia y, asimismo, sobre la conducta humana, a través de la moral o la ética. ~ La filosofía clásica era pues el conjunto de conocimientos con los que ensayaban de razonar la esencia de las cosas u objetos existentes en el Mundo a través de su investigación sobre las Leyes Naturales, yendo incluso más allá de lo tangible. Así que, acoplando todo esto a mi ensayo “El Librepensamiento Objetivo (eLO)”, no veo sustanciales diferencias con mi entendimiento del librepensamiento o su base fundamental que implica la observación de la realidad, validando las percepciones que obtenemos del Mundo a través de nuestros órganos sensoriales y analizándolas con objetividad y honradez intelectual.

A decir verdad, ambos planteamientos de la vida y del comportamiento humano son de una similitud tal que podríamos preguntarnos: “¿Por qué estos antiguos helenos no se hicieron llamar librepensadores?”. Esto es Historia, luego fácil de relatar, pero procede hacerlo en un artículo aparte. Conviene sin embargo matizar que mis trabajos se singularizan más por las dudas razonables que demuestro sobre nuestra libertad de pensamiento, siendo ésta manipulada, desde entonces, mucho más de lo que hubieran podido suponer dichos filósofos. ~ No obstante, en ambos casos, entendemos que la filosofía (o el librepensamiento) debe fundamentarse en una auténtica ciencia que aborde los problemas esenciales de nuestra existencia, nuestras dificultades vitales y la solución de nuestros conflictos como seres de un mismo planeta, analizando los datos que nos transmiten nuestros sentidos, incluyendo los de un pensamiento correcto, sobre cómo nuestra conducta afecta a nuestra sociedad, con unas acciones humanas que, simplificando, podemos considerar como “bondadosas” o “maliciosas”. Teniendo en cuenta de que todo esto es mucho más complejo, debemos empezar por establecer unas bases sólidas en donde asentar nuestros principios ideológicos con una cierta estabilidad. Éste sería, a grandes rasgos, el concepto primordial con el que definiríamos nuestras intervenciones o aportaciones a una sociedad carente de rumbo claro, a nivel general. Una colectividad global formada por nuestros pueblos, los cuales conforman la especie humana, o lo que nos hemos dado en llamar “animales racionales”… ¡Ésta no puede dejarse ir indefinidamente a la deriva! Nuestras sociedades están afectadas por enfermedades crónicas y muy graves, por lo tanto, necesitan de cuidados intensivos o de atención prioritaria.

Son muy difíciles de comprender los porqués que hacen que la gente vaya y venga, absorta en sus pensamientos mundanos, sin observar siquiera que este mundo es ininteligible y delicado, ¡se mire como se mire! ~ No es que diga que no tenemos una mente desarrollada para entender los misterios terrenales, lo que digo es que se nos evidencia imposible captar alguna verdad auténtica, o sea: una parte de ésa a la que yo llamo la “Gran Verdad” o la “Verdad Absoluta”. ¿Es necesario ser científico para percatarse de que es improbable que procedamos de la nada? ¿Y proceder de algo que no haya surgido de otra cosa? Si seguimos así, concluiremos que estamos ante el concepto de “infinito”, un modo simpático de definir lo que no se puede razonar, ¡lo que no se puede entender con nuestra limitada inteligencia! ~ ¿Por qué afirman algunos que lo entienden? Y, aún más aventurado… ¿¡que existe!? ~ Cualquier cosa que haya dicho un genio como Einstein es admitida como cierta sin rechistar, ¡Faltaría más! ~ Claro que si dice que se basa en descubrimientos científicos reales y demostrables, por lo tanto objetivos, nadie se atreve a cuestionarlo, pero yo me pregunto: ¿Por qué, con dicha categórica afirmación, incluye a la estupidez humana? Pienso que, como humano, también se incluye a sí mismo, ¿no? De este modo se entendería el porqué de su defensa a ultranza de la física y de todo lo anteriormente mencionado, con esta creencia tan firme… ¡cosa curiosamente contradictoria! Y es que al resto de la Ciencia le pasa igual que a la filosofía: ¡creemos saber, pero no sabemos! Saber no es indicar lo que vemos… saber la esencia de las cosas no nos es posible en esta existencia, ¡por mucha mal llamada “sabiduría” que hayamos acumulado!

Retomando los misterios de esta vida, parece una insensatez o demencia observar cómo tan poca gente se preocupa realmente por ello. Todos caminamos erguidos, algunos hasta con corbata, cual si este Mundo fuera inteligible y, la mayoría, con una seguridad o seriedad espantosa. Me encanta comparar nuestra realidad con la del cuento de “Alicia en el País de las Maravillas”, porque se trata de la misma historia: unos seres que hacen cosas extrañas y con apariencia de poca cordura y yo, como Alicia, observando atónito lo que acaece a mi alrededor, sin casi darle crédito. Esto es lo que me ocurría, allá por los años setenta hasta que, estudiando la filosofía del clásico griego “Platón”, leí el “Mito de la Caverna” y pensé: “¡Anda! Pero si esto es lo que pienso yo ahora… ¡Curioso!” ~ Tantos siglos de combates estúpidos para encontrarnos en el mismo punto de salida y con las mismas expectativas de futuro que entonces… ¿Qué está pasando? Bien está que podamos ver que nos está vetada la Verdad Absoluta, pero ¿no vamos a preocuparnos por averiguar lo que tenemos que hacer para cumplir con nuestro destino? ¿No queremos dedicarnos a estudiar las posibilidades que nos quedan para alcanzar el propósito de nuestras vidas por decisión propia, formal y prudente? ¿Es que no vamos a cuestionar si lo que nos dicen que hagamos es lo correcto? ~ Lo admitamos o no, lo aprobemos o no, la responsabilidad de tomar un camino o una dirección seria, sensata u oportuna sólo recae sobre el individuo. La colectividad puede empujarnos hacia otros rumbos, pero es obvio que, salvo excepciones con ciertos impedimentos reales, cada uno de nosotros dispone de los medios necesarios para negarse a seguir los pasos que nos marca la imponente sociedad urbana y elegir otra tendencia, otra senda que nos parezca mejor para transitarla… ¡sin atropellos! Escuchando nuestras conciencias que para eso nos las han querido implantar.

Mi ensayo, “eLO”, sólo nos ayuda o enseña a pensar por nosotros mismos, usando un método científico para ordenar y clasificar las oportunidades u opciones que nos plantea nuestra existencia. Hacer todo esto con auténtica libertad significa disponer de todas las posibles alternativas, para estudiarlas una a una y escoger la que mejor nos parezca. Esa libertad está a nuestro alcance como mortales. Sólo tenemos que quererla coger, pues… ¡únicamente necesitamos la firme voluntad de aprender a elegir por nosotros mismos! Aunque sin influencias externas y esto… ¡no es ninguna utopía! Es absolutamente viable o factible su correcta realización, aunque requiere un gran esfuerzo, ya que hay que replantear todo nuestro ideario, incluyendo nuestro sistema de elaborarlo. Deberemos “echar a la papelera” nuestras viejas creencias, sobre todo las que nos han inculcado nuestros seres más queridos y/o admirados, y laborar para crear otras nuevas “de nuestro puño y letra” o sacadas con el empleo de nuestras propias neuronas. ~ Por cuestiones afectivas es lógico pensar que no nos resultará fácil romper con una serie de tradiciones y costumbres tan arraigadas como las familiares y otras pero, en caso de no poder superar esto, nuestros esfuerzos serán baldíos… ¡No es posible convertirse en librepensador sin descargarnos previamente de nuestros prejuicios!

De todos los que afirman ser librepensadores, en realidad muy pocos lo son. Yo diría que… ¡poquísimos o menos! Aunque éstos estén muy convencidos de lo contrario. Para serlo seriamente, hay que trabajar mucho y tener un método seguro y fiable. Me causa mucha pena oír o leer decir a alguien: “A mí, el librepensamiento no me va a quitar el sueño”. Creo que no se puede ser lo suficientemente inteligente o reflexivo y afirmar tal desfachatez. Los seres humanos hemos denominado a nuestra especie animal con la palabra "racional", por lo tanto y para no ser incongruentes, para no contradecir nuestra propia sentencia, simplemente... ¡Seámoslo!


Por otra parte, ¿a cuánta gente hemos oído o leído decir “No hay VERDAD, sino MI verdad, TU verdad, SU verdad o NUESTRA verdad”? ~ Hay algo elemental, tanto en filosofía como en mi trabajo sobre el librepensamiento… y se llama: "ver el objeto por todas sus caras o aproximarnos a cuantos aspectos descubramos". Sé que es difícil ver todos los lados de una cosa, opinión o un pensamiento cualquiera pero, por lo menos, seamos unos trabajadores realistas o formales y procuremos apreciar las máximas partes posibles aunque, generalmente... ¡ni siquiera veamos los lados que simplemente se pueden apreciar girando el objeto! ~ Es primordial que conozcamos nuestra realidad para no decir tantas estupideces, ni insistir en “mi/tu” verdad. La propia realidad puede variar según las condiciones, circunstancias y otros factores aunque, bien pensado, no es que varíe sino que pasa a ser otra realidad distinta, a pesar de tener ciertos puntos en común.

No hay verdad que varíe según la miremos desde posiciones diferentes... ¡Ésas no son verdades o realidades plenas! ~ La verdad es atemporal y no cambia por ninguna otra circunstancia sin convertirse en otra diferente, por muy parecida que sea. ~ La verdad sólo es la que es... ¡nunca la que vemos "según el cristal con el que la miramos"! ~ Para verla, debemos enfocarla con óptica transparente y girar o descomponer el objeto para verlo por todas sus partes y, aún así, únicamente alcanzaremos a asegurar cuanto hemos podido percibir de su exterior, pues todo objeto también se compone de su interior, lo más valioso y... ¡este aspecto resulta aún más complicado de apreciar o valorar! Al hablar de “objetos”, me refiero a cualquier cosa, material o incorpórea, incluidos razonamientos de toda clase. Para que todo esto pueda realizarse debemos utilizar una de las herramientas más útiles que existen para ver las otras caras que no llegamos a ver y que, otros, lograron percibir: el DIÁLOGO. Tengamos claro que, sin debates, cerramos la entrada a cualquier otra visión que podría ampliar nuestro conocimiento sobre la cuestión. ¿Qué quiere decir esto? ¿Es que debemos aceptar todo lo que nos digan que han visto los demás? ¡En absoluto! Aceptar, captar o aprehender se sitúa siempre después de haber escuchado y razonado otros planteamientos o conceptos. Sin una demostración clara de lo que se nos comunica, no podemos validar su autenticidad, ¡no podemos “hacerla nuestra” o aprehenderla! Reflexionando sobre esto se nos hace más fácil comprender por qué los tertulianos profesionales de los medios de comunicación que no parecen sino vulgares “malos eruditos y bien pagados” se tiran los trastos en los debates públicos televisados. Siempre me invade la duda sobre si lo hacen por ignorancia o para dar más espectáculo a la audiencia, ávida de comportamientos grotescos y beligerantes con los que generan desprecio u odio.

A mi juicio, la mejor de las posturas para no fallar y mentir inconscientemente es no asegurar más de lo imprescindible ya que, en realidad, ignoramos muchas partes. Hablar generalmente con: "pienso que", "creo que" y otras fórmulas dubitativas hará que sean más acertadas nuestras locuciones. Recordemos, como aclaro en el capítulo sobre "La Verdad" que, al tener su acceso cerrado, no nos queda otra que acogernos a las creencias. De modo que decir siempre "CREO que" es lo más apropiado o asociado a nuestra condición natural de ignorantes. La verdad no es ni la realidad, ni la racionalidad, ni el conocimiento... ¡Está fuera de nuestras posibilidades mundanas!

Casi todos esperamos llegar a la erudición a través de la memorización de datos que son ciertos y nos sirven para aprobar los exámenes oficiales, ¡aunque no los entendamos plenamente! Y no me refiero al erudito "a la violeta". El más amplio y respetable conocedor de ciencia, arte o técnica alguna tiene las nociones más que suficientes para desarrollar su profesión o vocación con éxito, pero no ve el objeto por todos su lados y facetas, pues... ¡no puede verlo así!... ¡Su condición de humano se lo impide!
La mayor parte de la gente piensa que el hecho de no presumir de lo que se sabe es “humildad”. Como ejemplo, tenemos la frase socrática: “Sólo sé que no sé nada” o "Sólo sé que nada sé". Popularmente, se suele confundir con esa ignorancia que nos muestra lo mucho que nos resta por aprender y lo poco que tenemos aprendido. Éste es el concepto que muchos tienen de esa frase, cuando en realidad, incluso lo que sabemos sólo forma parte de la realidad mundana y no de la verdad. Por muchos conocimientos y cavilaciones que desarrollemos, nunca sabremos nada cierto. Es parte intrínseca de esta existencia. Es el único conocimiento real, la única verdad que podemos asegurar, así que ¿humildad?... ¿modestia?... ¡¡No, no!!... ¡REALIDAD!... ¡¡Sólo realidad!!

Para terminar de contestar a la pregunta “¿Por qué filosofía?”, debo decir que porque necesitamos creencias que nos conduzcan por el sendero de la vida tal y como deseamos hacerlo y no como ovejas de un rebaño al que no hemos decidido pertenecer por voluntad propia. Por último, respondiendo a la pregunta “¿Por qué no gusta al pueblo?”, es necesario comprender que aprender filosofía es aprender a practicarla, es “meter las manos en la masa”. Hasta nuestros tiempos hemos ido empeorando el concepto del término “filosofía” comparándolo con el original que nos legaron los clásicos. Lo hemos apartado cada vez más del pueblo y lo hemos convertido en una fábrica de utopías y de creación de demasiada terminología inútil para las masas sociales, alejándolo cada vez más del verdadero problema de la humanidad y... ¿cuál es este último? Pues, sin ninguna duda, el que los poderes fácticos nos dejen vivir nuestra propia vida y las autoridades no intervengan en asuntos que sólo conciernen al individuo. Sólo con estas dos apreciaciones y nuestra voluntad de recuperar la libertad que nos hemos dejado arrebatar… ¡sólo con estos tres condimentos, cocinaremos nuestras vidas adecuadamente! Y concluyo con la observación de que “El Librepensamiento Objetivo” es mi modo de ver la filosofía clásica adaptada a este periodo de un Ser Humano tan perdido en la duda que ya ni duda de nada… ¡Estamos como inertes espiritualmente, esperando la muerte! Temiéndola por lo que vendrá después, pero sin hacer nada por conducir nuestros destinos con propiedad…

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