¿Por qué reglas?... ¿Hace falta tanta normativa?
¿Libertad o Ley? ¿Por qué no las dos juntas?
¿Qué crea la necesidad de elaborar leyes?
¿Es aceptable que el individuo se deje civilizar?
¡Muy buenas preguntas! ¿No?
Hay quienes consideran que esto es algo así
como una
domesticación, una especie de intromisión ilegítima en su derecho a hacer y vivir como quieran. Como válido, incluyen su rechazo o intolerancia a las normas obligatorias porque creen que éstas atentan
contra su
derecho a la libertad.
Y no me refiero sólo a los grupos
“antisistema”, esos inconformistas que aún no saben lo que
quieren,
sino a demasiados otros que han confundido el concepto de libertad con
el de
“libertinaje”. Entre más casos, éste es el de algunos "libertarios" que confunden
los planteamientos originales del anarquismo, al igual que lo hacen con
otras ideologías los partidarios fanáticos a los que yo llamo "ISTAS".
En la
libertad no cabe el desenfreno y la violencia, sino el control y respeto a los
preceptos y el ejercicio de la responsabilidad en todos nuestros actos. Los derechos
y los deberes
son novios y ¡deben ir de la mano! ~ La verdadera libertad nos ofrece una norma
universal: la de realizar con seriedad,
prudencia y sensatez nuestro deber de averiguar, para nuestro entero conocimiento, todas las posibilidades de las que disponemos para elegir
la más conveniente para cada uno de nosotros, según condiciones y circunstancias. Pero, sobre todo, sin que ésa agreda la libertad de los demás. Y, para ello, son
necesarias unas normas reguladoras, sencillamente... ¡porque somos muchos! y muy mal
avenidos.
Precisamente, lo que acarrea el incesante aumento de las
leyes radica en la negativa de algunos a cumplirlas y su habilidad para eludir
el castigo. De manera que cuantos más rebeldes haya que detesten las normas de convivencia cívica,
más aumentará la conveniencia de hacerlas, ya que se debe regular
constantemente sobre las nuevas formas de transgredirlas. En teoría, nuestra
racionalidad debería servirnos para mejorar nuestras vidas, aunque ¿lo hace en la práctica? Pues… ¡Ojalá fuese
así!
Mejoramos en cuanto a bienes de consumo porque éstos nos reportan
beneficios y no mejoramos en cuanto a otros bienes inmateriales, morales o
espirituales, porque no vemos su provecho a corto plazo o de inmediato. La libertad absoluta
no existe en este mundo de mortales, ni puede existir mientras no nos limpien a todos la mente de basura ignorante. El humano no tiene acceso a nada de lo absoluto… ¡Todo
es relativo y marcado por nuestras creencias!
Lo
importante es conocer los límites de nuestras libertades y
respetarlos para que no nos atropellemos los unos a los otros. Pisotear
las
libertades del resto, a la larga también es pisotear la nuestra propia.
Para una buena
convivencia en sociedad, se hace necesario elaborar leyes que
posibiliten la
regulación de nuestras limitadas emancipaciones, para que nuestra autonomía no
perjudique
a la del resto de congéneres… ¡Así es como lo contextualizo yo! Intentando siempre
no alejarme mucho de la objetividad, porque sé que es la que más me
protege... ¡A mí y a mi mente!
Mientras no llegue ese maravilloso día en el que TODOS seamos capaces de respetar a los demás y de no invadir la libertad de ninguno, mientras no entendamos este concepto plenamente y no sólo la parte que creamos nuestra, mientras el egoísmo nos empuje a vencer y no convencer... no lo dudéis, ¡habrá que hacer leyes!
No hay comentarios:
Publicar un comentario