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jueves, 6 de julio de 2023

Por qué ser IMPARCIAL? Partidismo e Imparcialidad




¿Por qué el partidismo es incompatible con la imparcialidad?

El partidista toma una parte del objeto como su referencia y, aunque sepa que existen otras, no sólo las aparta, sino que lo hace con desprecio. Defiende sólo su parcela ignorando que forma un íntegro con las demás y, por lo tanto, va en contra de su propio entendimiento. No es posible comprender una temática cualquiera sino desde su totalidad, aunque analizándose parte a parte para su estudio y comprensión global. Lo correcto debería ser darle a cada parte su importancia real, sin menospreciar la validez del resto y, para realizarlo con corrección, debemos conocer el conjunto del objeto o materia y valorar cada fragmento como corresponde. Lo que más importa es no inclinar la balanza hacia ninguna vertiente. El partidista se mueve únicamente en su área parcial y hace de ella la esencia de todo el objeto o asunto y, por lo tanto, le da una dimensión que no tiene. De este modo no ve el entero y habla de él de manera errónea, impropia, sesgada o doctrinal. El partidismo (o sectarismo) tiene varios grados de intensidad, pudiendo llegar al fanatismo más extremo, defendiendo a ultranza, incluso con su vida, su fracción como si fuera su composición completa o cabal.

La imparcialidad prioriza lo absoluto o la plenitud y, aún teniendo en cuenta sus componentes, no da prioridad a ninguno de ellos, sino la trascendencia que cada uno debe tener en la función general. La imparcialidad debe ser neutral y no posicionarse a favor de ninguna parte, sino obrar con objetividad para dar a cada cosa una valoración que corresponda a su realidad y, para ello, es necesario captar la utilidad de todas y cada una de sus partes o, al menos, de las más posibles. El número de parciales conocidos respecto de su totalidad es proporcional al grado de imparcialidad que el investigador demuestra. De ahí que, cuantas más parcelas exploremos y, según el mayor grado o nivel de conocimiento, mayor será nuestra imparcialidad... ¡o menor nuestro partidismo! Se desprende de todo esto que el partidismo interesa o beneficia a mucha menos gente que la imparcialidad, pues tanto la verdad, como la utilidad, siempre estarán más cerca de esta última. Y en cuanto a nuestras penurias o injusticias e infortunios, seguro que encontrarán mejores y mayores soluciones en la imparcialidad y la equidad, pues el uso de la objetividad en nuestros pensamientos posibilitará el hallazgo de posturas más honradas para dar con esos remedios o salidas a nuestras crisis… ¡La imparcialidad dispone siempre de más recursos!

Considerando estos dos términos, "partidista" e "imparcial", como contrarios y dándoles una connotación de "malicioso" y "bondadoso" respectivamente, deberíamos estar hablando de un ser humano más o menos imparcial, de personas preocupadas por mejorar su grado de imparcialidad y estudiando el modo de superar sus defectos... ¿pero, qué tenemos en realidad? Vemos, por todas partes, crecer el número de adeptos, de parciales, de partidistas, sectarios o asociacionistas de todo tipo. Y lo peor no es ver el incremento de estos grupos y sus miembros, sino el convencimiento social de que, a través de este tipo de movimientos, nos será más fácil alcanzar nuestros objetivos, pero... ¿Es cierto que vamos por buen camino? Si queremos "parches", sí... si no, no. Si buscamos una solución definitiva a nuestras sinrazones constantes, debemos apreciar, sin fundamentalismos, que la Historia nos demuestra que dar bandazos de un extremo a otro, no nos ha conducido más allá de nuestro punto de partida. Luego algo deberemos cambiar si deseamos otra realidad, otras soluciones… ¡Otro Mundo mejor!

La Tierra está sembrada de seguidores de todo tipo, como los movimientos de presión social que adquieren una enorme fuerza o influencia social, cual es el caso del feminismo, un excelente ejemplo de cómo se degeneran los principios originales con el tiempo y cómo se abusa del empuje que da el grupo para ejercerlo con imposición en asuntos estúpidos cuyo mejor ejemplo es el exigir a la RAE, cambios en el género gramatical de las palabras, como la conversión de miembro en miembra en el caso de referirse a una mujer... ¿¡para evitar la violencia de género!? ~ Pero se olvidan que los varones nos llamamos "personas" y no "PERSONOS"... ¿Eso da igual? El caso es de risa pues todos, todos y todos, e incluso todas, se amoldan a sus pretensiones y nos hacen cambiar el lenguaje para que nuestra incultura sea un poco más abultada y extravagante. Mientras tanto, y esto es lo triste, miles de mujeres son maltratadas, violadas y obligadas a ejercer la prostitución bajo amenazas y palizas... ¡¡Y no parece que merezcan las movilizaciones de estos grupos!! ¿En base a qué no se consideran estos delitos como “violencia de género”? ¡Si no hay nada más sexual que esta cuestión! ¿Será porque temen las represalias de los mafiosos? ¿Será porque se trata de asuntos de "negocios"?

En España, los hombres que nos lanzamos a erradicar el machismo de nuestra sociedad, allá por el principio de los años sesenta, los hippies como yo lo era, recibíamos muchas críticas por parte de los "machos ibéricos". Y mira por dónde (sorpresas del destino) son los mismos que ahora me desprecian por antifeminista. En efecto, soy tan antifeminista como antimachista, soy antipartidista porque estas cosas las produce el partidismo, el tan nefasto sectarismo que nos obliga a cerrar los ojos ante sus maldades. Todas las doctrinas terminan por hacer casi lo contrario de aquello para lo que fueron creadas. Los adeptos no siguen lo que predicaban sus ídolos o lo que pregonaban los principios de su asociación. Todo parte de una idea fundamental: "La unión hace la fuerza"... lo cual es bastante lógico u objetivo y lo comparto como principio básico, pero lo único que hemos sabido hacer los humanos es unirnos en "bandos" para tener más fuerza con la que dominar a los "partidarios" de posiciones diferentes en todos los ámbitos. Existe un sinfín de uniones que se originan con la honesta pretensión de defender algún tipo de justicia o, lo que es igual, luchar contra alguna forma de injusticia.

Otro ejemplo para comprender la maldad de lo que yo llamo los "istas", refiriéndome a cualquier clase de partidistas, son los llamados recientemente "animalistas"... Yo tengo una gata y la defendería como a un miembro de mi familia, pues así la siento. Pero nunca la antepondría a un animal de mi propia especie, salvo malvadas excepciones... ¡¡porque va contra Natura!! ~ Tan equivocados están estos "partidistas" que quieren convencer a los que festejan sus tradicionales fiestas, a base de peleas e insultos, tratándoles como a peores bestias que las que maltratan. Ninguno de los dos bandos se percata del fanatismo que padecen. Y la verdad es que saldrían ganando ambos si se tratara este asunto con una cierta imparcialidad... ¡Intentando convencer que el maltrato no es un buen entretenimiento para educar a los miembros de nuestra sociedad, sobre todo a los más pequeños que aprenden, a una edad en la que predomina la imitación, métodos no adecuados para desarrollarse y disfrutar de una sociedad mejor. ¿Pero es que no piensan los animalistas que con sus formas o modos no van a conseguir gran cosa? ¡Nunca van a ganar así! Podrán ejercer su fuerza de presión para prohibir estos actos y, si así lo consideran... ¡podrán vencer e imponer!... ¡Pero no, ganar!

Nadie sale ganando con las prohibiciones u obligaciones; son procedimientos autoritarios en la línea de las peores dictaduras o fascismos. El enfrentamiento seguirá y, si no se convence en lugar de vencer, tendremos siempre esos "bandazos" que llevan a las mal denominadas "justicias" de un extremo al otro del nocivo partidismo, a través de sus posturas más fundamentalistas. La gran dificultad que yo veo en estas cuestiones de conflictividad es que las rencillas entre facciones forman parte de la quintaesencia de los "pecadores" mortales que somos. Pero nuestra idiosincrasia puede modificarse con el tiempo, mediante una buena educación. En efecto, aunque hay sujetos más beligerantes que otros, el caso es que nos hará falta pasar a muchas generaciones por un nuevo método o sistema educativo que, desde edades muy tempranas, ayude a nuestros jóvenes a pensar por sí mismos y, por este nuevo conducto formativo, conducirlos al entendimiento de unas nuevas formas de concebir la benevolencia, el altruismo, la nobleza y la virtud.

Con este nuevo formato pedagógico, a la dicción "humanidad", será necesario dotarla de un nuevo sentido, pues no se trata de parecer caritativos, amables o bondadosos, sino de ser juiciosos y mirar por la mejora de nuestros colectivos... ¡Hacer lo correcto para que casi todos (la gran mayoría) salgamos favorecidos! Envueltos en sociedades cada vez más grandes y complejas, debemos comprender que todos nos necesitamos y tenemos el deber de colaborar entre nosotros para construir un Mundo mejor en el que nos sintamos todos protegidos y justamente tratados. La imparcialidad, que equivale a decir la objetividad del librepensamiento es el camino... ¡La única fórmula que yo veo fiable!

Tantas divisiones en agrupaciones diferentes me conceden la legitimidad de preguntarme: "¿Dónde está esa supuesta unión? ¿Por qué dividirnos en partes, si podemos aspirar al todo? ¿No sería más efectivo un solo grupo de lucha contra todos los maltratos? O, mejor aún, ¿contra todas las injusticias? ¿Qué nos impide unirnos todos contra todo lo que nos perjudica a la inmensa mayoría? ¿O es que no perjudican las injusticias a casi toda la sociedad?" La UNIÓN VALE cuando no es de "partes", sino de todos o casi todos, pues es regla que, como todas, tiene sus excepciones. La unión en colectividades fraccionadas no es otra cosa que partidismo y la objetividad no puede hallarse en ningún tipo de sectarismo. Y sin objetividad nunca lograremos pensar por nosotros mismos y, mucho menos, correctamente.

¿Qué se necesita para que una persona camine hacia la imparcialidad o la objetividad?... ¿Estudios? ¿Erudición? ¿Inteligencia? ~ La cultura y el cociente intelectual del individuo pueden resultar de gran ayuda, indudablemente, pero NO ES LO MÁS ESENCIAL. Sin una verdadera VOLUNTAD DE NO DEJARNOS INFLUENCIAR POR NADIE... ¡No habrá progresos en esta cuestión! Si no ponemos en tela de juicio todos nuestros principios, sin tener en cuenta de dónde o de quiénes proceden, nunca lograremos tener esa objetividad que nos da la plena libertad de pensamiento, la libertad que destierra las alienaciones, nuestros propios miedos, nuestros prejuicios. Una libertad que nos deje realmente pensar por nosotros mismos. No importa si el adoctrinamiento nos ha llegado a través de la familia, nuestros seres más queridos o admirados, nuestros profesores, de famosos escritores, pensadores o intelectuales... siempre y de todos corresponderá hacer una nueva valoración del ideario para revalidarlo o rechazarlo de acuerdo con nuestras propias convicciones. Y no se crea que ignoro la dureza y dolor en nuestros corazones que implica el abordar estos nuevos caminos de libertad, pero se superan… ¡SI UNO QUIERE!

La especie humana ha sido capaz de lograr una mayor evolución cerebral gracias a nuestra habilidad para comunicarnos y, en buena lógica, aprovechar los conocimientos de unos a otros, en una sucesión tal que, desarrollando los descubrimientos de nuestros antepasados, legamos un mayor conocimiento como punto de partida para nuestras generaciones posteriores. Hace tiempo que dejamos de aprender por imitación y, en consecuencia, nuestros avances en cuanto a racionalidad, se deben al conjunto de nuestras sociedades. Nadie es quien es por sí mismo, por su familia o por su patria. Es útil decir esto para comprender el correcto significado de: "NO DEJARNOS INFLUENCIAR POR NADIE". Nuestro mal mayor no deja de ser el mismo desde hace más de dos milenios, desde que los sabios seguían esperando despertar las conciencias de sus contemporáneos. A pesar del invento del lenguaje, de su escritura y de la alfabetización de una gran parte de nuestro “primer” Mundo, no hemos avanzado mucho en el campo de la ignorancia popular: seguimos repitiendo lo que nos dicen como papagayos, seguimos yendo hacia donde nos mandan, como rebaño de ovejas y seguimos pensando lo que interesa a la élite dominante, negándonos a despojarnos de prejuicios estúpidos y creencias nocivas, por no perder la seguridad de una vida que, económicamente, ha mejorado mucho. ¡Ojalá que no nos caigamos al abismo, con los bolsillos llenos de oro!

Que tenemos que aprender de nuestros semejantes es indiscutible, esa es la ventaja que nos concedió la Naturaleza con respecto al resto de especies. Con ella hemos dominado La Tierra, ¿pero hemos dominado nuestros destinos? ¿Somos dueños de ellos? ¿Estamos ante unos individuos que hacen lo que han decidido hacer? ¿Pensamos por nosotros mismos? ¿Hemos adquirido conocimientos para hacer con ellos lo más conveniente a la persona? Es obvio que, para nuestra convivencia en paz y orden, tengamos que asumir ciertas normas de conducta. El individuo forma parte de una sociedad y nuestras libertades deben respetar a las de los demás. Pero, en lo estrictamente personal, ¿vamos por buen camino? Que no me diga nadie que sí, porque es que NO LO SABEMOS. Somos como el rebaño que va sin saber a dónde va, ni cómo va. Una vez adquirido los conocimientos necesarios para tener una base cultural sólida, debemos olvidar lo que nos han enseñado y que ataña a cuestiones de nuestras almas o deberes espirituales, para crear nuestro propio ideario personal e intransferible. Ésa es la diferencia entre aprender y dejarse influenciar para contentar a nuestro Dios Dinero. En el librepensamiento, sobre todo en eLO, nuestras ideas sólo deben depender de nuestra aprobación personal. Ésta no debe tomarse a la ligera; para ser válida debe elaborarse con seriedad y responsabilidad.

Los grandes pensadores, los científicos, los genios, intelectuales de prestigio y otras personalidades nos han aportado grandes obras y material para nuestro saber y pensamiento de enorme ayuda. Pero no podemos obviar que sus trabajos han sido casi siempre individualistas y eso, les alejaron de la imparcialidad. A lo largo de la Historia se ven muchas contradicciones y críticas entre unos y otros por sus trabajos demasiado personales y faltos de realidad, objetividad o IMPARCIALIDAD. ¿Por qué no se han puesto de acuerdo si todos eran geniales y estaban en posesión de cultivados intelectos? Por eso dije anteriormente que la inteligencia y la cultura no eran lo más esencial en mis planteamientos. Imaginaros si hubieran dejado de lado su egolatría y hubieran hecho sus obras a mi manera, conjuntamente, ajustándose a la realidad, en lugar de dar rienda suelta a su imaginación, para ver si daban con algo extraordinario, lo más excéntrico, digno de pasar a la Historia. Los trabajos individualistas siempre tenderán a ser menos imparciales u objetivos porque se realizan desde una sola óptica y, por muy avanzada que sea, siempre será más pobre que un enfoque global… ¡Es Ley Natural!

Cuanta más gente participe en un trabajo, menos parcialidad tendrá. ÉSA ERA MI INTENCIÓN AL PEDIR VUESTRA COLABORACIÓN. Con los debates que había previsto, es más probable que mi ensayo hubiera alcanzado un mayor grado de imparcialidad. Sin el conveniente instrumento del DIÁLOGO, quedan rebajadas las posibilidades de asimilar la totalidad o la mayoría de las parcelas que componen la unidad y sólo llegaremos a ser menos imparciales. ¿Captáis ahora el quid de mi proposición?
¡Adiós a mis pretensiones cooperativistas! ~ La colaboración que tanto os rogué no tenía otra finalidad que hacer de mi obra algo aún más popular, más cerca de todos nosotros… ¡Que llegara a nuestra patética sociedad!... ¡Pero no os interesó!

JHMoraleja: No claméis al cielo para que os ayude a encontrar soluciones. Poned de vuestra parte o voluntad y arremangaos para trabajar todos... ¡codo con codo!
La libertad necesita de la imparcialidad para desarrollarse. Sujetarnos al partidismo es un lastre que condiciona nuestras reflexiones y nos empuja hacia conclusiones erróneas por tener una visión parcial y, por lo tanto, incorrecta. Socialmente, por dejar de tomar partido, podríamos ser despreciados o apartados, ya que la falsa creencia de que la democracia necesita del partidismo es una de las alienaciones inculcadas por los poderes fácticos para controlar mejor la política. De manera que, si seguimos siendo partidistas contentaremos a la mayoría. En cambio, si nos liberamos de ese prejuicio, podremos seguir con nuestra evolución personal y acercarnos cada vez más a la libertad de pensamiento.




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